"Hablo con Rafaniello, hoy tenemos tiempo, no siente nostalgia de su país, pregunto. Su país ya no existe, no han quedado ni los vivos ni los muertos, a todos los hicieron desaparecer. -Lo que siento no es nostalgia sino presencia. En los pensamientos, o cuando canto, cuando reparo un zapato, siento la presencia de mi país. Viene a verme a menudo, ahora que ya no tiene lugar propio. Y en los gritos del aguador que sube con la carreta hasta Motedidio para vender agua sulfurosa en tinajas, también me llegan algunas sílabas de mi país.- Se queda callado un rato, con los clavitos en la boca y la cabeza inclinada sobre una suela. Ve que sigo a su lado y continúa: -Sentir nostalgia no es echar de menos . Es tener una presencia, una visita, llegan las personas, pueblos de lejos y te hacen un poco de compañía.- Entonces, don Rafaniè, cuando eche de menos algo, ¿debo pensar que es una presencia? -Sí, de ese modo cada vez cada vez que eches de menos darás la bienvenida, acogerás.- ¿O sea, que cuando usted se haya ido volando no tengo por qué echarlo de menos? -Así es-, dice, -porque cuando pienses en mí yo estaré presente.- Escribo en el rollo esas palabras de Rafaniello que invierten el sentido de la nostalgia y la mejoran. Rafaniello hace con los pensamientos lo mismo que con los zapatos, les da la vuelta en su banco y los repara."
Erri de Luca - Montedidio